domingo, 10 de julio de 2011

Abandonan las aulas miles de niños migrantes en Sinaloa.

Califican deficiente la educación y  el aprendizaje de las escuelas rurales por falta de apoyo

Berenice Rodelo



Tras la finalización de la temporada de cosecha en los valles agrícolas de Sinaloa México, dejan el estado gran parte de los grupos de jornaleros indígenas, provocando el abandono de las aulas en las escuelas rurales.
De acuerdo con algunos prestadores de servicios en las escuelas de los campos agrícolas, miles de niños dejan las aulas sin saber qué suerte les espera ya que gran parte de los grupos migrantes regresan a sus lugares de origen o deciden seguir las diferentes rutas migratorias para prestar su fuerza de trabajo a las principales empresas agrícolas del país.
En esta larga travesía un  porcentaje de los niños renuncian al camino de la educación por diversas adversidades, como: falta de documentos; de programas similares a los que estaban inscritos; falta de escuelas en los nuevos hogares provisionales; y en casos extremos por la inserción de mano de obra infantil en campos que no cumplen debidamente con  las leyes impuestas por los derechos humanos.
En dichos valles existen numerosas problemáticas que no permiten que la educación cumpla su objetivo correctamente: violaciones, falta de servicios médicos, explotación infantil y un sinfín de actos que superan las expectativas de la vida sana y normal de un infante. La falta de apoyo de las instituciones ha provocado una cadena de irregularidades en el otorgamiento de los derechos fundamentales de estos niños.
Para algunos maestros de los campos agrícolas  existen muchas dificultades para llevar a cabo correctamente su trabajo pues en materia de  educación es muy notable el problema del lento aprendizaje, aseguran que no se puede avanzar como con un niño en condiciones normales  ya que existen grandes adversidades a las que tienen que enfrentarse cotidianamente.
La falta de atención de los padres de familia, el problema de insalubridad, los focos de infección, la alimentación, las dificultades de la comprensión del idioma español, las malas condiciones de los llamados galerones que asignan a cada familia, así como la pérdida de los espacios personales, entre otras cosas provoca que los niños no retengan debidamente los conocimientos que se les proporcionan en el aula.
Ciertos maestros rurales opinan que más que tratar de poner a la par los planes educativos de las escuelas regulares y las del campo, la manera de trabajar con estos niños es aplicando otras estrategias de aprendizaje mas orilladas al contacto, a la atención, ayudarles a que aprendan por medio del juego, debido a que por la ausencia obligada de los padres, transforman la necesidad de aprendizaje en un reclamo por atenciones afectivas que no reciben en el hogar.
En términos generales hace falta que las instituciones gestionen sus deberes correctamente y que no dejen a medias programas de servicios tan importantes como el de las escuelas rurales.
Tanto para el cuerpo docente  como para los alumnos, la voluntad es lo más importante, y si existe disposición y no hay apoyo, no tiene ninguna finalidad destinar presupuesto a programas que no beneficiarán de manera satisfactoria a uno de los sectores más olvidados por la sociedad.
Si la educación es un derecho fundamental, lo lógico sería que se aplicaran las leyes correctamente y en un futuro no muy lejano en lugar de aumentar la cifra de jornaleros indígenas,  se aumente la cifra de profesionistas indígenas.

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